domingo, marzo 11, 2007

Parasha Ki Tisa

Sumario

1- Pensamientos para crecer...
2.- Daf Yomi en Español
3- Resumen de la Parashá
4.- Comentario de la Parashá
5.- Educar hacia la libertad
6.- Leyes sobre las relaciones humanas
7- Horario de prender la velas


Pensamientos para crecer...la verdad...
La paz cura.
Cuando tu propio mundo se quiebra, aumenta tu conocimiento de Dios. Eso generará la paz interior.
Cuando el mundo exterior se quiebra, promueve la búsqueda de la verdad. Ello generará la paz universal. (LM I:27) .
Selección extraída del libro "La Silla Vacia"

Por Primera Vez en la Historia
Te Invito a ser parte de los estudiantes que estudian en todo parte del mundo el DAF YOMI ( Pagina Diaria)
Daf Yomi en Español...
http://www.dafyomi.es

Sabado 2:00pm à Clases de Leyes Judaicas ( Shuljan Aruj) en A.V Bolivar No. 884
Sabado 5:00pm à Clases de Talmud Babli en A.V Bolivar No. 884
Información: 809-706-69-09



Resumen de la Parashá
(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)

Cuando se hizo el censo de los israelitas varones mayores de veinte años (sujetos, por ende, a servir en el ejercito), cada uno de ellos debió pagar medio shekel de plata. Este metal era usado para la construcción del Santuario. Debía hacerse también una jofaina de bronce para ser utilizada por Aharón y sus hijos para el lavado de manos. Estaba ubicada en el atrio, entre el altar de ofrendas quemadas y la entrada al Santuario. Para ungir a sacerdotes y vasijas era utilizada una mezcla de aceite de cuatro hierbas aromáticas prescriptas, mezclada con aceite de oliva, y se preparaba incienso para uso sagrado, hecho con especies dulces seleccionadas.
Betzalel, de la tribu de Iehuda, y Oholiav, de la tribu de Dan, fueron elegidos por la Divinidad para aplicar su habilidad como artesanos a la supervición del trabajo de construcción del Santuario. Aunque la construcción del Mishcán era de la mayor importancia, no debía anular la observancia del shabat y el pueblo recibió ordenes de cesar todo trabajo durante el día de descanso.
Moshé había permanecido en el monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches y el pueblo, temiendo que no regresara, reclamaba un objeto visible que pudiera adorar. Persuadió a Aharón para que diera forma a la imagen de un becerro, fundiendo el oro de sus joyas. Los judíos llevaron ofrendas quemadas y de paz a ese ídolo, alrededor del cual cantaron y danzaron. Ese despliegue de herejía provocó la ira de D-s, y ordenó a Moshé que descendiera. Le informó del pecado de Israel y declaró que destruiría a esa nación traidora. Moshé suplicó al Señor que tuviera piedad y no diera a los egipcios la oportunidad de regocijarse con la desgracia de los israelitas, sino que recordara Su pacto eterno con los patriarcas. Al oír este ruego, Hashem concedió al pueblo judío una nueva oportunidad.
Mientras descendía de la montaña el diecisiete de Tamuz, con las dos Tablas de la Ley grabadas por D-s, Moshé oyó los gritos de la orgía y al observar la oprobiosa conducta del pueblo, las arrojó al suelo. Luego, destruyó el becerro de oro y lo echó al fuego, después de lo cual lo molió hasta convertilo en polvo, que echó en una corriente de agua de la cual hizo beber al pueblo. Reprochó a Aharón por lo ocurrido y éste se justificó diciendo que se vio forzado a cumplir las demandas del pueblo. Moshé convocó a todos sus partidarios a reunirse alrededor de él y la tribu de Levi respondió inmediatamente. A su orden, los miembros de Leví recorrieron el campamento y mataron alrededor de trescientos jefes de la revuelta. El amor y la compasión de Moshé por el pueblo lo impulsó a rogar al Señor que lo perdonara, pues si fuera destruido él perdería el deseo de vivir. La respuesta que recibió fue que sólo serían castigados aquellos que habían pecado intencionalmente, y que en vista de la intercesión de Moshé el pueblo sería conducido a la Tierra prometida por un envaido de Hashem, no por El mismo. Al enterarse de la reprobación del Señor por sus acciones, los israelitas se lamentaron y se quitaron los ornamentos en señal de pesar.
Moshé levantó su tienda fuera del campamento que había sido profanado por el becerro de oro. En íntioma comunión con D-s pidió una revelación de los atributos divinos para ayudarlo en la conducción del pueblo. El Señor volvió a asegurarle que El sería piadoso y guiaría a los judíos hacia Eretz Israel, pues Moshé personalmente había hallado gracia en Sus ojos. En respuesta a un pedido de que se le permitiera contemplar la Gloria Divina, se le dijo a Moshé que ningún mortal podía ver a Hashem y continuar viviendo. No obstante, se le permitió una mirada fugaz al resplandor divino a través de una grieta en la roca montañosa.
Una vez más Moshé ascendió solo a la montaña, llevando consigo las dos nuevas tablas de piedra que se le habia ordenado preparar. D-s descendió en una nube, se reveló como el Señor de la Piedad, la Bondad y la Verdad, y renovó Su pacto con Israel repitiendo los principales mandamientos que había dado previamente. Estos incluían la prohibición de la idolatría, la observancia de las festividades y la santificación del Shabat.
Hashem inscribió los Diez Mandamientos en las dos tablas de piedra, mientras Moshé registraba el contenido del pacto renovado. Después de pasar otros cuarenta días y cuarenta noches en la montaña, lapso durante el cual se abstuvo de comer y beber, Moshé descendió de la montaña y regresó al campamento. Su rostro refulgía con el resplandor Divino. A continuación comunicó las palabras del Altísismo, oídas por él en el monte Sinaí, a Aharón, los ancianos y toda la asamblea. Luego que hubo terminado de hablar se cubrió el rostro radiante con un velo. De allí en más sólo se lo quitaba cuando se encontraba ante la presencia del Señor, o cuando transmitía Su mensaje al pueblo.


Comentario de la Parashá
Por. Rab Iehuda Levi

En la parashá de esta semana encontramos el conocido relato del pecado del becerro de oro. Sin embargo, a pesar de su fama, las enseñanzas que se pueden extraer del mismo, son generalmente desconocidas para la mayoría de las personas. Veamos un poco el texto bíblico, sin introducirnos en los detalles de la cronología verdadera de los mismos, por cuanto que ya se han abocado a esta cuestión los más grandes comentaristas de la Torá.
A partir del comienzo de parashat Terumá, figura en la Torá la orden de D'os de la construcción del Mishkán (Santuario) concluyendo con la orden de la observancia del día de shabat, en el cual debían cesar todas las labores. Inmediatamente después de esto dice la Torá:
"Le dió a Moshé - cuando terminó de hablar con él en el monte Sinai - las dos Tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el Dedo de D'os" (31:18).
La última vez que vimos que la Torá dice que Moshé subió al Monte Sinai fue en este mismo libro al final del capítulo 24 y allí se nos relata que Moshé permaneció en la montaña por un lapso de cuarenta días, y después de eso en el capítulo 25, al comienzo de parashat Terumá, vemos que D'os ordena construir el Mishkán. De todo esto debemos deducir que lo que dice este versículo: "Le dió a Moshé - cuando terminó de hablar con él en el monte Sinai - las dos Tablas del Testimonio…", ocurrió en el último día de aquellos cuarenta días. (Y lo que dice: "…tablas de piedra escritas por el Dedo de D'os", evidentemente no debemos entenderlo literalmente, sino que la intención es decir que D'os le entregó a Moshé dos tablas de piedra y que su escritura no era obra del hombre).
Sin embargo, la sensación de este sublime momento no nos dura mucho. En el versículo siguiente la Torá nos relata:
"Vió el pueblo que se demoraba Moshé en descender de la montaña, y se congregó el pueblo sobre Aharón y le dijeron a él: Vamos!, haznos dioses que se encaminen delante nuestro, pues este hombre Moshé, que nos ha hecho ascender de la tierra de Egipto, no sabemos que ocurrió con él" (32:1).
El resto de la historia es conocida. Aharón accede al pedido del pueblo y hace un becerro de oro, el pueblo lo adora, y al ver ese triste espectáculo, Moshé rompe las Tablas con las cuales había bajado de la montaña.
Para comprender bien cual fue la raíz del pecado del becerro de oro, debemos investigar cuándo es que el pueblo decidió congregarse en contra de Aharón. Si seguimos nuestro entendimiento literal del texto, deberíamos decir que esto sucedió después de que D'os le entrego las Tablas a Moshé. Nuestro pasuk (versículo) dice: "Vió el pueblo que se demoraba Moshé en descender de la montaña, y se congregó el pueblo sobre Aharón…". Realmente Moshé tardó cuarenta días en descender del Monte Sinai pero ¿el pueblo sabía que él estaría tanto tiempo allí o no lo sabía? Porque no es apropiado decir que alguien se demoró en venir, cuando sabíamos de antemano cuándo iba a volver, aunque esto ocurriera dentro de varios años. ¿Ellos sabían cuándo volvería Moshé?
La verdad es que la Torá no dice nada al respecto, pero Nuestros Sabios del Talmud nos ayudan a comprender lo ocurrido:
"Dijo Rabí Iehoshúa Ben Leví: ¿Qué significa lo que dice el versículo: 'Vaiar haam ki voshesh Moshé - Vió el pueblo que se demoraba Moshé'? No debes leer 'voshesh' (se demoraba) sino 'bau shesh' (pasaron seis). Cuando Moshé subió a la montaña le dijo a Israel: 'Dentro de cuarenta días, en las primeras seis horas, yo regresaré'. [Rashí explica que ellos pensaron que él regresaría en cuarenta días, en las primeras seis horas del día, y que el día que subió también formaba parte de los cuarenta días, pero Moshé quiso decir cuarenta días sin incluir el día del ascenso]. Vino el Satán [es decir el iétzer hará (el impulso del mal) que provoca que el hombre peque] y confundió al mundo [el día que ellos pensaban que Moshé debería descender]; les dijo: '¿Vuestro maestro dónde se encuentra?' Le dijeron: 'Subió a la montaña'. Les dijo: 'Pasaron seis [horas]', pero ellos no le prestaron atención. [Les dijo:] 'Murió', pero ellos tampoco le prestaron atención, [y] les mostró la imagen de su lecho de muerte; y a eso se refieren las palabras: 'pues este hombre Moshé'. [Ya que el lenguaje 'este' utilizado por el versículo, insinúa de alguna manera que ellos podían señalarlo]" (Shabat 89a).
Este pasaje del Talmud nos abre las puertas a un nuevo entendimiento en el episodio del becerro de oro. Es verdad que ellos entendieron mal la fecha que les dijo Moshé que regresaría. Pero más allá de eso, si no hubiera venido el "Satán", si ellos no hubieran escuchado al iétzer hará (el impulso del mal) que tenían y tenemos dentro - y que provoca que pequemos - la historia hubiera sido muy distinta. Ellos podrían haberle contestado al iétzer hará: "¿Por qué te pones nervioso y entras en pánico como si todo el mundo estuviera confuso y negro?".
El iétzer hará es una parte inseparable de nuestra personalidad y es imposible anularlo. D'os nos creó con él y nos dijo que debemos aprender a vivir con él, controlándolo y dominándolo. Todos los días ocurre que nos equivocamos en el entendimiento de alguna cosa, y la razón de esto es simplemente que somos seres humanos y no podemos leer los pensamientos de las personas que nos rodean, y es por eso que no podemos comprender las situaciones hasta el final. Pero eso no significa que cada vez que el iétzer hará quiera convencernos de que debemos equivocarnos, nosotros debemos dejarnos convencer, aunque para llegar a su cometido él nos cuente historias y nos muestre imágenes que parecen reales.
Entonces, ¿cuál fue el origen del pecado del becerro de oro? ¿Cuál fue la raíz de ese pecado tan grande que dejó una profunda mella en toda la conciencia judía? La raíz de ese error es la misma que tienen todas nuestras equivocaciones.
El "saba" de Kelem (Rabí Simja Zisel Ziv, 1824 - 1898) explicó que la behalá (turbación, falta de tranquilidad) es la que origina todos los pecados y las equivocaciones del hombre. Ella es la raíz y la causa de todos los defectos del hombre y es la que provocó que el pueblo peque en el episodio del becerro, porque inmediatamente después de que los judíos comenzaron a pensar que Moshé no volvía, no se detuvieron a pensar que tal vez le entendieron mal la fecha en la cual les dijo que volvería, sino que se conmocionaron y se turbaron, y en ese momento fue que le dieron lugar al "Satán" para que actúe de acuerdo a su voluntad.
En palabras de mi maestro Rabí Iaacov Péretz en su libro "Emet Leiaacov":
"La cualidad de la tranquilidad espiritual es el pilar y la base de todas las buenas cualidades, de la elevación en la Torá, y de la integridad en el Temor a D'os. Ella ilumina al alma y a sus fuerzas, y ella es la brújula que indica y guía al resto de las cualidades y a las buenas acciones. Su esencia: la paz interior, la moderación y la reflexión, y la meditación sobre cada cosa" (página 160-161).


Educar hacia la libertad
Extraido de Revista Judaica

Acabamos de atravesar Purim y, como todos los años, entramos en la "recta final" hacia Pésaj. Los Sabios nos enseñan una idea importante respecto al hecho de que Purim se celebre en el segundo Adar (en los años en los cuales hay dos Adar) para que sea siempre exactamente un mes antes de Pésaj. Nos dicen que hay una lógica de acercar una "salvación" (la de Pésaj) a otra "salvación" (la de Purim) en el calendario. Si bien lo que vamos a proponer no es la interpretación literal de estas palabras de los Sabios, podemos unir Purim con Pésaj por medio de una idea educativa fundamental.
En la Meguilá (lectura de la historia de Esther en Purim), encontramos que la reina Esther era huérfana y Mordejai, el primo, fue su tutor. Los años pasaron y Esther se emancipó. Accedió a un puesto de gran poder. Mordejai, ya anciano, no dejó de preocuparse por el bienestar de Esther. Cuando aún no había sido elegida reina, Mordejai paseaba diariamente frente al palacio de las mujeres para conocer su suerte (2:11). Después de ser electa, Mordejai permaneció fijo frente a la puerta del palacio (2:21), y fue así como escuchó a los dos sirvientes del rey Ajashverosh planear el asesinato del rey. Muchos años más tarde, cuando Hamán fue elevado a primer ministro, Mordejai (3:4) aún seguía firme y decidido frente a la puerta del palacio (y no se inclinó ante Hamán, desafiando todos los días la orden real).
Más tarde, cuando ya se había firmado el decreto de destruir a los judíos y Esther invitó al rey y a Hamán a una fiesta, a la salida, se encuentra con Mordejai (5:9) en la puerta del palacio. Aun después que Hamán llevó a pasear a Mordejai cabalgando sobre el caballo del rey (el "city-tour" de Shushán) pregonando el aprecio del rey por este último, en el momento crítico en que se iba a decidir la suerte de Hamán, ¡Mordejai volvió a la puerta del palacio! (6:12)Mordejai: ¿no tenía nada para hacer? ¿podía disponer de tanto tiempo para indagar si había noticias de Esther?
Por otro lado, y no menos maravilloso, encontramos que Esther "no contaba cuál era su pueblo y su origen, tal como se lo había ordenado Mordejai. Esther obedecía la palabra de Mordejai tal como cuando estaba a cargo de él". Sorprendente. La reina, estando ya en su cargo monárquico hacía cinco años, guarda celosamente las indicaciones de su anciano primo (Mordejai tenía al menos más de noventa años en ese momento) que no deja de ser más que un ciudadano súbdito de su realeza, sin razón aparente para esta inexplicable regla de silencio auto-impuesto. (Más tarde, esta estrategia resultó ser el instrumento indispensable en el "efecto sorpresa" para la salvación de los judíos)
¿Qué aprendemos de esta historia?: el verdadero significado de la educación. Habitualmente la gente asemeja su concepción de educación a una especie de control para que los niños o adolescentes hagan las cosas como uno cree que se deben hacer.Mordejai nos muestra lo contrario. La idea no es "controlar". La cuestión no pasa por fiscalizar a los jóvenes u obligarlos a hacer algo. Educación genuina es aquella que no depende de la presencia física del progenitor para que el hijo obedezca sus consejos y enseñazas. Del mismo modo que no se puede decir que los alumnos hayan logrado el mayor grado de honestidad, si se requiere de la permanencia del maestro dentro del aula para impedir que se copien durante una evaluación, así también puede apreciarse la profundidad y la extensión de la influencia paterna en los hijos cuando ellos ya son adultos y siguen fieles a las sabidurías recibidas. (adaptado de los escritos del R. Sh. R. Hirsch sz"l)
¿Y Pésaj? Es la fiesta en que instruimos a nuestros hijos respecto a la salida de Egipto. También es la "fiesta de la libertad". Dado que el concepto de libertad es fundamental en el judaísmo y, por esa razón, dedicamos siete días cada año a celebrar este evento tan antiguo a fin de incorporar la noción de sentirnos libres, es menester entenderlo a la luz de lo que esto exige de nosotros. De otra manera, mantendremos una imagen muy superficial de lo que implica, suponiendo que solemnizamos simplemente el hecho histórico de una independencia de fuerzas ajenas superiores.
Visto desde el sentido verdadero y cabal de la libertad y dándole un toque pedagógico al tema, hablamos de libertad en términos de responsabilidad en la acción sin presiones foráneas. La aspiración de cada padre debiera ser alcanzar el punto en que los hijos puedan -en forma autónoma- tomar las decisiones que correspondan en cada coyuntura y desafío, recurriendo al reservorio de enseñanzas que se le brindó en el hogar. Como papás, soñamos asegurar el bienestar de nuestros hijos. En la realidad no podemos garantizar la continuidad de la holgura material para ninguna persona y, en esta área, nos remitimos a brindarles las herramientas necesarias para que se puedan ganar el pan de manera honesta. Sí, en cambio, les podemos proveer sapiencia para sortear los escollos de la vida. Si brindamos estos conceptos con claridad, coherencia y amor, es casi seguro que -estemos presentes o no- recordarán para siempre estas instrucciones. Mordejai brindó a Esther una educación tan firme, que ella siguió sus consejos como si aún estuviera bajo su tutela. Esto se denomina educar hacia la libertad.
¿Por qué Mordejai estaba siempre cerca del palacio? Un Midrash dice que Mordejai presintió que algo incomprensible y tenebroso estaba por ocurrir con el pueblo judío y que por eso estaba atento a todo lo que ocurría cerca del palacio real.Sin embargo, si volvemos a nuestra propuesta educativa, podemos señalar aquí un mensaje a todos los padres: los jóvenes deben emanciparse. Es una necesidad concreta de la vida sensata y debe ocurrir en forma paulatina y escalonada de acuerdo a la maduración y a las circunstancias del momento, hasta llegar al grado de maduración en que el joven adulto toma las decisiones de manera responsable por su propia cuenta. Dilatar este proceso (hablándole "al nene") o apurarlo innecesariamente ("yo a los trece ya tenía que trabajar"), suele ser contraproducente. Aun cuando ya se "cortó el cordón umbilical", y el hijo puede conducirse con suficiente autonomía en muchos aspectos, los padres no deben dejar de velar por su bienestar. "Yo ya cumplí con lo mío, ya estoy cansado, ya es grande, que haga su vida...", todas estas expresiones no pertenecen al ideario del padre judío. Es más: a medida que el hijo se vaya emancipando, los temas espinosos que se van presentando deben ser tratados con mucha delicadeza en el modo de transmitir, pero al mismo tiempo, sin invadir.


Leyes sobre las relaciones humanas
Extraído de Las Puertas de la Ley Rabí Zeev Grinvald

"Y amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19:18). El ser humano ha sido creado a la imagen de Dios, y por lo tanto todo ser humano tiene la obligación de amar a su prójimo. El conjunto de leyes que regulan las relaciones entre los seres humanos es denominado "preceptos entre un hombre y su prójimo" (mitzvot bein adam lejaveró). Estos preceptos constituyen una obligación tanto como los demás preceptos que se aplican al ser humano en su relación con Dios, y se aplican a todas las áreas de la vida.
Debido al gran número de leyes al respecto y a sus múltiples ramificaciones prácticas, a continuación únicamente expondremos brevemente algunos puntos que tienen relación con estos preceptos. Cuando exista una duda o un asunto que requiera de análisis, se recomienda aclarar la ley pertinente con una persona experta en estas leyes.
Guemilut jasadim (actos de generosidad)Constituye una obligación ayudar y asistir al prójimo en todas las oportunidades posibles por medio de ayuda económica u otra ayuda material, proporcionando consejos adecuados, palabras de aliento, etc. En el tratado talmúdico de Pea (capítulo 1) está escrito que la Guemilut Jasadim constituye uno de lo preceptos gracias al que el ser humano se beneficia de sus frutos en este mundo, mientras que el capital le está reservado para el Mundo Futuro. La generosidad y la bondad hacia los demás constituyen la base más firme sobre la cual se fundamenta la sociedad que vive de acuerdo con las leyes de la Torá y la instrucción ética.
El precepto de Guemilut Jasadim se ramifica en numerosos preceptos: la caridad (Tzedaká), la ayuda a una novia (Hajnasat Kalá), la visita a los enfermos (Bikur Jolim), el consuelo a las personas en duelo (Nijum Avelim) y otros más. A continuación expondremos acerca de algunos de estos preceptos.
Tzedaká (caridad)Constituye un precepto positivo dar caridad a los pobres. En la Torá está escrito: "Ciertamente le abrirás tu mano" (Deuteronomio 15:8). Además, también está escrito: "Y tu hermano vivirá contigo" (Levítico 25:36). Sobre nosotros recae la obligación de ayudar a nuestros hermanos y brindarles los medios de vivir con nosotros por medio de la ayuda monetaria y de la satisfacción de sus diversas necesidades.
El valor de este precepto es sumamente grande. La Torá dice acerca de Abraham: "Pues lo he conocido, para que ordene a sus descendientes... hacer caridad..." (Génesis 8:19). Dios mismo lo alabó por que él se ocupaba de educar a sus hijos en el cumplimiento del precepto de la caridad. Cuando una persona lo cumple en secreto, sin divulgarlo ni vanagloriarse por ello, se le agrega al precepto de la caridad un valor inmenso.
Toda persona, incluso si es pobre, tiene la obligación de dar caridad. El rico debe dar acorde con sus posibilidades e ingresos, y el pobre de acuerdo con lo que pueda. La caridad debe darse con alegría, de buen corazón y con una actitud agradable. Acerca de esto está escrito en la Torá: "No debe dolerte el corazón al darle, pues debido a esto el Eterno te bendecirá en todos tus actos y en todo lo que tus manos emprendan" (Deuteronomio 15:10).
Si una persona ha declarado que dará una suma determinada para caridad, le es obligatorio dar esa misma cantidad y le está prohibido abstenerse de hacerlo. Así también, si en la sinagoga hizo un voto de dar caridad (en el momento de ascender a la lectura de la Torá o en cualquier otra ocasión), deberá destinarla para el propósito que declaró en su voto, sin cambiar de idea ni demorarse. Incluso si una persona únicamente decidió en su fuero interno dar una cierta suma para caridad, deberá llevar a cabo su resolución, aunque no lo haya expresado de viva voz (Mishná Berurá 694:6).
Además de ayudar a individuos particulares en todos aquellos aspectos que le permitan vivir una vida adecuada, existe la obligación de contribuir monetariamente a las organizaciones de caridad y a los centros de Torá. La ayuda a dichos centros permite que cumplan sus importantes tareas, así como ampliar sus áreas de acción.Mucha gente consagra una décima parte de sus ingresos a estos nobles propósitos. El precepto de destinar una décima parte de los ingresos para caridad se denomina 'maaser kesafim " (diezmo monetario).
Bikur Jolim (visita a los enfermos)Constituye un precepto visitar a los enfermos. El propósito de este precepto consiste en indagar cuáles son sus necesidades, ayudarlos en todo lo que necesiten y solicitar misericordia de Dios para un restablecimiento completo. La persona que visite a un enfermo deberá conversar con el enfermo sabiamente, diciéndole palabras de aliento que le tranquilicen el espíritu y lo fortifiquen.
Es conveniente visitar varias veces al enfermo, pero con la condición de que ello no le implique una carga ni una molestia. Si la visita se le hace pesada al enfermo (por ejemplo, si su condición se agravó o si le resulta difícil hablar), se recomienda que el visitante no entre al cuarto del enfermo, sino que vaya a su casa e indague qué es lo que necesita y en qué se lo puede ayudar, así como implorar la misericordia de Dios.

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