viernes, junio 22, 2007

Parashat Bamidbar y Shavuot - Jodesh tov!

Sumario
Próximas festividades
Pensamientos para crecer...
Yom yerushalaim
Shavout
La entrega de la torá a través del arte
Como se festeja shavuot?
La leyenda de orpá
Resumen de la parashá
El espacio espiritual
Horario de prender la velas



Próximas Festividades
Rosh Jodesh Sivan / Geminis ( Mes Nuevo )Viernes 18 de mayoJodesh Tov umeboraj!
ShavuotLa fiesta de la entrega de la Torá23 y 24 de mayo
Pensamientos para crecer...Nuestro camino diario...
...el Rabí Natán afirma que la base para todo lo relacionado con la Tierra Santa depende de nuestra fe, la cual establece el fundamento para nuestro derecho a la Tierra Prometida. Si creemos que Di-s creó todo y que todo está en Sus manos, entonces tenemos el derecho a la Tierra de Israel que Él nos prometió.
La Torá nos da el derecho a la Tierra, dado que ella es el registro de la promesa de Di-s que la Tierra nos pertenece a nosotros. Al aceptar la Torá como dada por Di-s, también aceptamos sus afirmaciones sobre nuestros inequívocos derechos a la Tierra. Pero si somos débiles en nuestra fe, entonces nuestro reclamo de la Tierra se ve minado. Cualquiera que carezca de fe (incluidos los judíos) puede desafiar nuestra posesión de la Tierra y apoyar el reclamo palestino.
Por tanto, el primer paso para asegurar la Tierra es establecer una fe firme en Di-s..
Selección extraída de Esta tierra es mi tierra. Breslov Research Institute


YOM YERUSHALAIM
Les Invito a disfrutar el Boletín Especial de Bat-Kol publicado la semana pasada en conmemoración de la Reunificación de Jerusalem.
http://isaacchocron.batcave.net/boletin.html


El próximo martes 22 de Mayo, con la caída de la tarde, comienza la festividad de Shavuot. En la misma se conmemora el acto de la entrega de la Torá al pueblo de Israel en el monte Sinaí. Por tal razón, incluimos en este boletín un artículo alusivo, brindándose en el mismo detalles muy interesantes, que seguramente aprovecharéis.
La festividad de Shavuot nos permite abordar de una manera integral los pilares que se despliegan del verso del Hatikva: Liot Am Jofshi Beartzenu. Las nociones de pueblo, libertad y tierra cobran un sentido particular en este jag, al tiempo que se imprime sobre ellas una peculiaridad a partir del concepto de la ley. La festividad de Shavuot es denominada Zman Matan Toratenu - El Tiempo de la entrega de la Torá. Y a partir de este nombre asoman dos cuestiones:La entrega de Aseret Hadivrot - los Diez Mandamientos, no se concibe como un hecho acabado y estático sino que se resalta la noción dinámica de un proceso; y, por otra parte, la referencia es al acto de entrega en contraste a la idea de recepción. La entrega de las leyes al pie del Monte Sinaí, pues, resulta en un devenir a partir del cual el grupo de hombres que había alcanzado la libertad física tras la salida de Mitzraim, comienza a significar esa libertad en términos espirituales a partir de una instancia de codificación mutua. En este sentido, Shavuot resulta un momento formador del pueblo. La recepción de un conjunto de leyes regula: establece ciertos códigos de convivencia, otorga espacios de libertad, a la vez que establece responsabilidades. Y de este modo se forjan los compromisos entre el hombre con Dios, entre el hombre y su prójimo, conformando, en definitiva, el cuerpo de normas que nos identifica como pueblo. Este pueblo libre, entonces, se dirige a su tierra para alcanzar allí la instancia que cumpla aquel anhelo de "Liot Am Jofshi Beartzenu"...La festividad de Shavuot recibe también el nombre de Jag Hakatzir -La Fiesta de la Cosecha- y constituye además el momento de recoger los primeros frutos, los bikurim. En este sentido, apropiándonos de esta metáfora agrícola, les proponemos pensar en el proceso que hemos comenzado en Pesaj, explorando los pilares y valores del pueblo judío que se desprenden del verso Liot Am Jofshi Beartzenu. De este modo, encontraremos la posibilidad de detenernos y observar qué hemos cosechado hasta ahora. Los invitamos, pues, a compartir este "sal bikurim de valores", esperando que los mismos atraviesen nuestra tarea educativa.
Recopilación a partir de Bama

La entrega de la Torá a través del arte
La Torá ha sido y es una inagotable fuente de inspiración artística. Obras literarias, tratados filosóficos, pinturas y esculturas, se han producido a partir de diferentes interpretaciones de los sucesos relatados en el antiguo Testamento.
Les proponemos un recorrido por algunas de las más importantes obras de arte que ilustraron a Moshé en la entrega de la Torá
Moisés con las tablas de la leyRembrandt, F. 1659.
Pintura al óleo sobre lienzo, realizada en Holanda, en 1659.
La pintura podría ilustrar dos diferentes momentos narrativos del libro del Éxodo: en el primero Moshé desciende del Sinaí con las Tablas de la Ley, pero, al ver el pueblo de Israel adorando el becerro de oro, se encoleriza y las destruye. Luego, Moshé regresa al monte y recibe un segundo ejemplar de los Mandamientos. Esta ambigüedad corresponde a la decisión de extrapolar la figura del personaje del contexto narrativo.
El gesto de Moshé y la presencia de la roca, nos hacen pensar en la escena de la destrucción de las Tablas, sin embargo la actitud de la figura es similar a la que adoptan los rabinos durante los oficios para mostrar el pergamino de la Torá.
Moisés Miguel Angel, 1515.
Se trata de una escultura renacentista de mármol realizada en Italia en 1515.Representa el momento en el que Moshé, al regresar de su estancia de cuarenta días en el monte Sinaí portando bajo el brazo las Tablas de la Ley para enseñárselas a Bnei Israel, contempla horrorizado cómo éstos han abandonado el culto a Dios y están adorando al Becerro de Oro. Capta el instante en que vuelve la cabeza y va a levantarse, lleno de furia ante la infidelidad de su pueblo.La razón de que Moshé aparezca con cuernos, se deriva de las diferentes traducciones del Shmot-Éxodo que narra: “...no sabía Moisés, que la piel de su rostro resplandecía con ´rayos´ de luz.” La palabra hebrea ´rayos´ (keren) puede leerse también como ´cuernos´ (karan).


Muchos artistas han ilustrado esta escena aportando nuevas versiones e interpretaciones a este momento.
Incluimos algunas de estas obras, que si bien no han sido tan reconocidas como las anteriores, o pertenecen a autores anónimos, pueden enriquecer nuestra mirada acerca de este significativo momento.

Como se festeja SHAVUOT?
Lácteos.
En "Shavuot" se acostumbra ingerir alimentos lácteos. La tradición popular lo explica de diferentes maneras:
—Al recibir la Torá, los judíos fueron informados de las leyes de "cashrut" y, en consecuencia, los utensilios que habían utilizado hasta ese momento debían ser adaptados a las nuevas exigencias.
Como no pudieron hacerlo inmediatamente porque era Shabat, entretanto comieron lácteos.
—Además, la palabra "jalav" (leche) tiene el valor numérico de 40, y simboliza los 40 días que Moshé pasó en el Monte Sinaí estudiando la Torá que sería entregada a los judíos en "Shavuot".
—Moshé fue rescatado de las aguas del Nilo por la princesa egipcia el 6 de Siván, día de "Shavuot". Se recuerda el mérito de Moisés por haberse negado a recibir alimento hasta que se encontró una nodriza judía (su propia madre Iojéved).
—La leche es símbolo de pureza y además es alimento para infantes. Su ingestión simboliza que no importa lo mucho que se haya estudiado "Torá": siempre se es como un niño frente a lo que queda por aprender.
"Tikún Leil Shavuot"
En la noche de "Shavuot" acostumbran los judíos ortodoxos mantenerse despiertos toda la noche y ocuparse del estudio de la Torá. Ésta es una tradición y, según el "Zóhar" (libro fundamental de la Cábala), los primeros "jasidim" se mantenían esa noche en vigilia estudiando las Sagradas Escrituras. No se conoce cuándo ni dónde, exactamente, comenzó el "Tikún" ni cómo adquirió su nombre. Pero el primer registro es del siglo XVI en la ciudad de Tzfat (Safed).
En base a esta costumbre se escribió el libro "Tikún Leil Shavuot", una recopilación de fragmentos del "Tanaj" (Biblia), el Talmud y el "Zóhar".
El "Tikún" se divide en trece partes y después de cada una se dice el "Kádish Derabanán" ("Kádish" común con un agregado en el que se honra a los sabios de Israel).
Hasta hoy en día es tradición, la primera noche de "Shavuot", reunirse y estudiar temas de dicha fiesta. Y en la mañana de la festividad, con el rezo suplementario llamado "Musaf", se leen las "Azharot", cánticos acerca de los 613 preceptos ("Mitzvot").
La idea de Shavuot.
La festividad de la cosecha no debía ser celebrada sólo por aquéllos que poseían campos: "Y te alegrarás ante tu Dios, tú y tu hija y tu servidora y tu esclavo y el levita que está morando en tus predios y el extranjero y la viuda".
La idea de "Shavuot" podría condensarse en el humanismo: el ser humano que ejerce su control sobre la naturaleza; esto expresado en el trabajo, en las leyes laborales, en la manera de vivir.
"Shavuot" es el símbolo de la "Torá" y el trabajo, de una "Torá" que enaltece al trabajo y de una manera de vivir que se purifica mediante las leyes.
La educación judía comienza con los días sábado y las festividades. Los días festivos son llamados a ocupar un lugar de importancia en la vida familiar. No son sólo días de buen pasar y de descanso, sino también días de estudio.
El motivo central de todas las festividades judías es la renovación: un nuevo comienzo.
En "Shavuot" se renueva el drama del Sinaí: estamos recibiendo la Torá, nos estamos convirtiendo en judíos. Es por eso que en "Shavuot" se da lectura al Libro de Ruth, que es el texto bíblico de los "Guerim" (de los que se están convirtiendo al judaísmo).
El libro de Ruth.
Es la historia de una familia judía. Hubo una hambruna en la Tierra de Israel, en la Época de los Jueces, y un hombre llamado Elimélej, junto con su esposa Noemí y sus dos hijos, abandonó el poblado de Bet Léjem, en Judea, y se asentó en los campos de Moab.
En ese país extranjero falleció Elimélej. Sus dos hijos se casaron con mujeres moabitas, y luego de vivir allí unos diez años, también ellos murieron. Noemí, entonces, tomo la decisión de emprender el retorno a Judea. Noemí habló con sus nueras: "-¿ Para qué han de ir conmigo a un país que les es ajeno? Retornen a sus familias y vayan en busca de su suerte y su felicidad en su propio país -..."
Una de ellas, Orpá volvió a su tierra natal, mientras que la otra, de nombre Ruth, no quiso separarse de Noemí: "Adonde vayas tú iré también yo y donde tú pernoctes, pernoctaré yo. Tu pueblo es mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y ahí encontraré mi lugar de descanso. Juro por Dios que tan sólo la muerte nos separará".
De esta manera, Ruth abandonó su país y su pueblo y se unió al pueblo de Israel. Ruth encontró en la tierra de Judea su felicidad y su hogar. Se casó con uno de los más cercanos familiares de su extinto esposo: Bóaz, como era la costumbre, y le fue dada la felicidad de fundar una familia en Israel. Su hijo, llamado Oved, fue el padre de Ishái, padre, a su vez, del Rey David.
La historia tiene dos protagonistas: Ruth y Noemí. En un país extraño, la solitaria Noemí logró preservar las costumbres del pueblo de Israel. Las cuidó con tanto amor, que también su nuera se convirtió en hija fiel de ese pueblo.
Noemí no predicó el judaísmo. No se ocupó de la propaganda religiosa. No obstante, toda su vida fue la mejor propaganda para el Dios y el pueblo de Israel. Ruth, al seguirla, se convirtió en hija espiritual de Noemí, reconfortándola por la pérdida de su esposo y de sus hijos.
Cuando Ruth fue madre, Noemí se ocupó de la crianza de su hijo, diciéndoles a sus vecinas: "nolad ben leNoomi" (le nació un hijo a Noemí). El niño de Ruth fue también hijo de Noemí, puesto que Ruth era su "hija".
Los problemas de Noemí y de Ruth no han perdido actualidad. Hasta en los momentos en que el destino trae sufrimientos y amarguras, uno no debe someterse a la desesperación. Y mientras se dedique a realizar buenas acciones, su vida no se perderá ni caerá en el olvido.



La leyenda de Orpá
J. N. Bialik


Las hermanas moabitas Orpá y Rut eran hijas de un mismo padre, Eglón, Rey de Moab. Ambas eran hermosísimas y de agradable aspecto.
Era Orpá alborotadora, rebelde e insolente, mientras que Rut era ingenua, modesta y tímida.

Eglón, rey de Moab era un hombre corpulento, obeso y rollizo, pues tenía su residencia en el lugar más fértil del país, los pastos de sus estepas se elevaban hasta la talla del hombre y sus rebaños eran innumerables. Rendía culto a su Dios Kemosh, con regocijo y generosidad en su honor sacrificaba lo más selecto de sus carneros y cabros. Eglón oprimía a sus vecinos, el pueblo de Israel, y los mortificaba en todo momento. Empero en su fuero interno temía y respetaba al Dios de Israel ya que razonaba de tal modo: ¡Quién sabe tal vez el Dios de los hebreos es Dios y su diestra omnipotente y fuerte!

Aconteció en ese entonces, que en Iehuda hubo escasez y en Moab, abundancia. Desde Beit-Lejem en Iehudá, pasó un hombre de la tribu de Efraim llamado Elimelej a vivir a Moab: él, su noble esposa Noomi y sus dos jóvenes hijos Majlón y Kilión.

Compadecióse Eglón de los efrateos y no les molestó e incluso les consiguió lugar para vivir en los aledaños de su predio. Fue así que moraron en territorio moabita.

Transcurrido un tiempo murió Elimelej en el país donde residía quedando su mujer y sus dos hijos sumidos en un pesado duelo, en suelo extraño. Vio Eglón que los jóvenes y delicados hijos del efrateo eran virtuosos y dióles por esposas a sus dos hijas. Benefició con eso a la madre y alegróse al vincularse con el pueblo de Israel.

Mas Dios no lo vio con buenos ojos y nególes simiente a las dos hermanas. Las dos extrañas y acongojadas mujeres moraban en casa de su suegra viuda, pasando sus días sin alegría.

Tampoco Majlón y Kidlón encontraron consuelo en sus mujeres, pues pesaba entre ellos la muerte de su padre y no conocían el regocijo, asemejándose, todo el tiempo, a dos flores desfallecientes en un día de bochorno.

Después de diez años murieron ambos en muda aflicción, y su madre los sepultó a ambos lados de la tumba de su padre. Vio Eglón que el lazo se había roto y oprimió aun más al pueblo de Israel. Entonces Dios le dio muerte a manos de Ehud Ben-Guera, juez de Israel en aquellos días.

Al verse Noomi sin esposo y sin sus dos hijos dijo: ¿A quién tengo aquí y qué hago aquí? Y al oír que Dios se había apiadado de su pueblo dándole pan, salió de la tierra de Moab para regresar a Iehudá, su país. Mas Rut negóse a separarse de su suegra pues Dios había tocado su corazón. Abandonó su pueblo, su patria y sus Dioses y unióse a su suegra en el camino a la tierra de Iehudá. Orpá, por su parte acompañó a su suegra hasta el linde del campo, besóla y regresó a la casa de su madre, como antes de su boda.


Un día cruzó los campos de Moab un filisteo, hombre recio, vigoroso y de gran estatura. Vestía uniforme e iba armado de pies a cabeza, todo él hierro y bronce, pues guerrero era el hombre. Allegóse el gigante a la casa de Orpá y pernoctó allí. Admiró ella su fuerza, su estatura y el esplendor de su uniforme y de sus armas y unióse a él, y siguió a su amante filisteo a Gat, su ciudad, así como el perro sigue a su amo.

Rut fue a refugiarse al amparo del Dios de Israel y vivió con su suegra en Beit-Lejem, en Iehudá. Como era pobre, ella salía a recoger el sobrante de la cosecha en los campos de Boaz, para el sustento de su suegra y el suyo. Boaz era un hombre rico en bienes y en dinero, y un ser simpático y benévolo. Era de la familia de Elimelej y conocido de Noomi. Cuando vio a Rut recolectando, notó sus maneras inocentes y su corazón puro, llevóla a su casa y tomóla por esposa.
Transcurrido el tiempo dióle un hijo al que llamó Oved. Apegóse Rut por siempre al pueblo sagrado, tal como está escrito en el libro de Rut. Envejeció Rut y llegó a la longevidad, aún seguía lozana y vivaz y sus manos no se cansaron de sembrar en su derredor el bien y la merced. Llegó a tener nietos y bisnietos, todos ellos virtuosos y piadosos. En el ocaso de sus días nació sobre su regazo el benjamín de su nieto Ishay, y lo llamó David. Creció el niño y bendíjole Dios, dotándolo de rizos de fuego, ojos y facciones hermosas, valor y juicio agudo.

Adiestró sus manos para tocar el arpa y ejecutaba con destreza melodías encantadoras. Cuando pastoreaba el rebaño de su padre luchaba con brío contra las bestias salvajes, hasta vencer al león y al oso para salvar a su rebaño. Impregnáronse las montañas de sus dulces sones y saturáronse cielo y tierra con sus melodías.

Orpá consumióse de vejez en el país de los filisteos, siempre insolente y rebelde. Pasaba sus días en el cruce de caminos, como toda mujer indigna y muy raras veces trabajaba en la rueca hilando lino. También ella llegó a tener biznietos: Goliat e Ishbi. Crecieron salvajes los dos niños y se tornaron depravados. Eran de elevada estatura e infundían terror, vestían armadura de hierro y bronce al igual que sus antepasados y aprendieron a matar y a asesinar desde la niñez. Cuando salían juntos semejaban lobos salvajes y anegaban la tierra con sangre y lágrimas.
De tal palo, tal astilla. Los padres se reflejaban en su simiente para siempre jamás.
Transcurrieron los años y los filisteos reunieron sus fuerzas para luchas contra Israel, el campamento filisteo se encontraba sobre una montaña y el campamento israelita sobre otra, y entre ambas montañas se extendía el valle. Del campamento filisteo salió un gigante de seis codos y un dedo de estatura, con un casco de cobre sobre su cabeza y armadura, cuyo peso llegaba a 5.000 siclos de cobre sobre su cuerpo, polainas de cobre cubrían sus piernas y un puñal de cobre pendía de sus hombros. El asta de su lanza semejaba el huso del tejedor, y su cuchilla pesaba 600 siclos de hierro. Con el escudero delante, detúvose el filisteo y comenzó a injuriar al Dios de Israel. Era Goliat, el filisteo de Gat, biznieto de Orpá.

Del campamento de Israel salió a su encuentro un niño rubicundo, de ojos y facciones hermosas, sin armas y sin armaduras y en sus manos no tenía sino su cayado, su honda y cinco piedras en su talega y el nombre de Dios sobre sus labios. Era David, el pastor de Beit-Lejem, biznieto de Rut.
Dos descendientes de las hermanas moabitas, un filisteo gigante y un muchacho hebreo se enfrentaron en el valle, y en sus ojos ardía un odio a muerte, el odio de un pueblo y su Dios, por otro pueblo y su Dios.


Resumen de la Parashá
(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)


Durante el segundo año del éxodo de Egipto, Moshé y Aharón recibieron orden de Hashem de contar a todos los israelitas varones cuyas edades oscilaban entre los veinte y los sesenta años. Estos varones quedaron sujetos a cumplir el servicio militar. El censo reveló que seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres estaban disponibles para cumplir sus deberes en el ejército. La tribu de Leví fue excluída del censo general a causa de su misión especial en el Mishcán (Santuario).
Debía mantenerse el orden y la disciplina en todo momento, ya fuera que los israelitas estuvieran acampados o en marcha. El campamento fue dispuesto en forma de cuadrilátero, con el Mishcán en el centro, protegido en sus cuatro lados por las tiendas de los leviím. Las doce tribus fueron divididas en cuatro grupos, cada uno de los cuales tenía el nombre de su tribu principal, y todas éstas formaban el cordón exterior. Iehudá, junto con Isajar y Zevulún, estaban ubicados en el lado oriental del campamento; Reuven, Shimón y Gad acamparon en el lado sur, Efraím, Menashé y Biniamín se ubicaron en el extremo occidental, y Dan, Asher y Naftalí en el área norte. Durante los viajes de la nación, el grupo liderado por Iehudá marchaba al frente, seguido por Reuvén, Efraim y, en la retaguardia, Dan. Algunos comentaristas sostienen que todo el conjunto se movilizaba como un cuadrilátero, conservando la misma forma que tenía cuando estaba acampado.
Originalmente, los primogénitos habían sido elegidos por D-s para cumplir los servicios sagrados. Después de cometido el pecado de éiguel hazahav (becerro de oro), esta codiciada tarea fue asignada a los leviím, quienes se habían mantenido fieles al Señor en todo momento. En consecuencia, Moshé recibió orden de encomendar a los levitas el servicio del Mishcán bajo la supervisión de Aharón y sus hijos. El censo efectuado reveló que había un total de veintidos mil trescientes leviím.
A cada una de las familias levíticas - Guershón, Kehat y Merari - le fue asignada una tarea aparte en el servicio del Mishcán. Los guershonim, en el aldo occidental, eran responsables del transporte de las cubiertas del Mishcán. Los kehatim, acampados en el lado sur, trnasportaban el Arca, el Shulján, la Menorá y los mizbeijot (altares). Los miembros de Merari, situados en el lado norte, tenían la responsabilidad de transportar las tablas, los pilares, las clavijas y los cubos del Mishcán. Los miembros de Kehat fueron advertidos de que no debían tocar y ni siquiera mirar los objetos sagrados, que eran cubiertos por Aharón y sus hijos antes de ser trasladados. Elazar, hijo de Aharón, era el supervisor general del Mishcán, cuidando en particular la provisión de aceite para las lámparas, el incienso, la minjá continua y el aceite de unción. Esto es parcialmente analizado en la parashá siguiente.


El espacio spiritual

Autor: Pynchas Brener


Or Hajayim, penetrante comentarista de la Torá, cuestiona el orden que se encuentra en el principio del texto bíblico que declara que Dios habló con Moshé en el desierto de Sinai, en el Óhel Moed, la “Carpa de reunión”, en el primer día del segundo mes del segundo año después del éxodo de Egipto. De acuerdo al estilo usual de la Torá, esto implicaría que el desierto se encuentra dentro de la carpa de reunión y la realidad es lo contrario: el Óhel Moed estaba en el desierto. Porque la Torá generalmente menciona un lugar específico que luego ubica dentro de un contexto general.
De acuerdo con los jajamim, el Óhel Moed era un lugar excepcional porque los 600 mil hebreos que habían salido de Egipto cabían entre los dos extremos del Arón que guardaba las dos Tablas de la Ley, que a su vez estaba dentro de esa “Carpa de reunión”. Esto quiere decir que aunque el Óhel Moed estaba en el desierto, desde cierto prisma, era más vasto que el lugar que lo albergaba. El Óhel Moed tenía una capacidad ilimitada. El desierto es grande, enorme; pero el Óhel Moed es ilimitado.
Yosef Kalatsky cita el ejemplo de Radin, Polonia, la aldea donde nació y vivió Rabí Israel Meir HaCohen Kagan, conocido como Jafets Jayim, el célebre erudito autor de la Mishná Berurá. Esta aldea no aparece en un mapa de Europa donde se pueden ubicar de manera prominente las grandes capitales tales como París, Londres, Madrid, etc., porque físicamente es muy pequeña. Sin embargo, en un mapa judío espiritual, Radin luce más imponente que las capitales, debido al aporte intelectual de este sabio. De acuerdo con el espacio físico, Radin lucía insignificante, pero cuando el parámetro para la medida era el valor espiritual, esta aldea destellaba.
Reb Jayim de Volozhin, abuelo de mi maestro J. B. Soloveitchik, comenta la Mishná en Pirkei Avot que afirma que el mundo está anclado sobre tres principios: Torá, el estudio y cumplimiento de las mitzvot; Avodá, el servicio a Dios que en la actualidad se cumple a través de la Tefilá, la oración y Guemilut Jasadim (las acciones de benevolencia y solidaridad con el prójimo). Está claro que no existe límite alguno para el cumplimiento de estos tres principios fundamentales. La noción de haber estudiado suficiente Torá es obviamente errónea. El estudio no tiene límite, lo mismo que la plegaria y las buenas acciones.
Reb Jayim cuestiona: ¿cómo puede una persona de escasos recursos cumplir con Guemilut Jasadim a cabalidad, cuando sus posibilidades económicas son muy limitadas? Cita al Talmud, que testimonia que una Voz Celestial emanó del Sinaí que afirmó que el mundo se sostiene “debido al mérito de Mi hijo Rabí Janiná ben Dosá”. El Talmud también relata que Janiná era sumamente humilde y pobre, se mantenía de shabat a shabat con una simple verdura. Dada su carencia de recursos económicos, ¿cómo podía Janiná cumplir con el principio básico de Guemilut Jasadim?
Reb Jayim responde que según el Talmud, la existencia del mundo era una función de la rectitud, santidad y mérito de Janiná. De tal manera que los grandes filántropos debían sus fortunas a la conducta ejemplar de Janiná, porque su comportamiento era la razón para que el mundo fuera una realidad. En cierto modo, permitió la práctica de Guemilut Jasadim de todos.
El cuarto tomo de la Torá que inicia nuestro texto incluye un censo del pueblo judío. En el lenguaje de la Torá se debía contar las “cabezas” para llegar a la cifra final y la “cabeza” contiene al cerebro humano, el cual a través de las ideas y pensamientos, experiencias y vivencias que almacena, identifica al individuo y lo diferencia de otras personas.
Mientras el censo matemático cuantifica el número, un censo espiritual se interesa por la sensibilidad y lealtad, moralidad y valores, y sobre todo toma en cuenta a la persona, su sinceridad y aspiraciones individuales.

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