miércoles, noviembre 08, 2006

Parasha Vaiera


Parashá Vaierá

Resumen de la Parashá Vaierá
(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)

Mientras Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda esperando recibir visitantes y poder cumplir así la mitzvá de guemilat jesed, aparecieron tres individuos. Abraham corrió a darles la bienvenida y a agasajarlos en la forma más hospitalaria. Estos "visitantes" eran, en realidad, malajim (ángeles) enviados por Hashem para cumplir misiones especiales en este mundo. Uno de ellos le informó a Abraham que dentro de un año su esposa Sara daría a luz a un niño. Sara, que ya tenía casi noventa años de edad en ese momento, rió para sí al escuchar esta increíble noticia. Fue, entonces, reprendida por D-s por esta leve señal de duda. Ella debía haber creído de todo corazón en la promesa de Hashem. ¿Por qué era tan difícil de creer? ¿Hay acaso, algo que El no pueda hacer? Antes de irse, un segundo malaj cumplió su misión, curando a Abraham el dolor el malestar que le había porducido la circunsición).
Había llegado el momento de que el tercer ángel cumpliera su parte: la destrucción de Sedom y Amorá. Hashem decidió que sería impropio no informar a a Abraham de Su intención de destruir las dos ciudades. Cuando Abraham se enteró de esto, se despertó su rajmanut (misericordia) y se dirigió a D-s con una plegaria en favor de los habitantes de ambas ciudades, argumentando que los hombres justos no deberían ser destruidos junto con los malvados. Obtuvo, entonces, la promesa de Hashem de perdonar a la comunidad entera se si hallaran entre ellos por lo menos diez hombres rectos.
Dos malajim llegaron a Sdom. El primero, el mismo que había curado a Abraham, ya estaba allí para cumplir el resto de su mmisión y salvar a Lot y su familia. El segundo malaj estaba dispuesto a destruir la ciudad. Los dos malajim, que aún conservaban el aspecto de seres humanos, fueron saludados por Lot e invitados a alojarse en su casa. Cuando se difundió la noticia en la malvada ciudad de Sedom, todos los habitantes se reunieron alrededor de la casa de Lot. Los perversos hombres de la ciudad trataron de molestar a los visitantes y fueron castigados con ceguera por Hashem. Los malajim informaron entonces a Lot que D-s tenía la intención de destruir la ciudad. Lot titubeó ante la necesidad de abandonar Sdom; quería salvar su dinero. Sin perder un instante, los malajim lo tomaron a él, a su esposa y sus dos hijas, y los ubicaron fuera de la ciudad. Les adviertieron que no se dieran vuelta para mirar la destrucción de esa urbe. Ellos serían salvados sólo por el zejut (mérito) de Abraham y en consecuencia, no tenían derecho a observar el castigo de los demás. Se les advirtió, también, que no permanecieran en la planicie que rodeaba las ciudades. Lot rogó que se le permitiera quedarse en una pequeña ciudad, conocida más tarde como Tzóar. Hashem accedió al pedido y Lot y su familia hallaron refugio en ella. Luego Hashem derramó azufre y fuego sobre las ciudades de Sedom, Amorá y la planicie que las rodeaba. Toda el área fue destruida. La esposa de Lot desobedeció la advertencia de los malajaim: se dio vuelta para contemplar la destrucción y, como castigo, fue convertida en una estatua de sal.
Lot temía vivir en Tzóar debido a su proximidad a la detruida ciudad de Sdom. Se trasladó, entonces, a una cueva en el área montañosa cercana. Fue allí que sus hijas dieron a luz a los fundadores de las naciones de Amón y Moav.
Después de esta terribe catástrofe, Abraham viajó al Neguev (el sur de Eretz Israel), a la población de Guerar. Nuevamente tomó la precaución que había adoptado en Egipto, declarando que Sara era su hermana. Ella fue llevada al palacio de Avimélej, rey de Guerar, y toda la familia de éste fue castigada con una enfermedad. D-s se apareció a Avimilej en un sueño, le dijo que había cometido un pecado grave al llevar a Sara a su palacio y le advirtió que moriría si no la devolvía a su esposo. A la mañana siguiente, Avimelej la devolvió a Abraham, junto con valiosos presentes. Abraham oró por Avimelej y D-s curó a éste y a los miembros de su familia de la enfermedad que habían contraído.
Transcurrió un año y Hashem recordó a Sara, tal como había prometido. Ella dio a luz a un niño, al que Abraham llamó Itzjak, y lo hicieron circuncidar a los ocho días, tal como D-s le había ordenado. A medida que su hijo crecía, Sara sentía que Ishmael podía ejercer una influencia perniciosa sobre él, razón por la cual pidió a Abraham que alejara a Hagar e Ishmael. Abraham se sintió apenado por este pedido, pero Hashem se le apareció y le dijo que debía seguir el consejo de Sará. También le prometió que Ishmael sería padre de una gran nación. Abraham le dio a Hagar pan y agua y la alejó de su casa junto con Ishamel. La mujer y su hijo deambularon durante días por el desierto. Cuando parecía que se iban a morir de sed, apareció un malaj de Hashem y mostró milagrosamente a Hagar dnde había agua, dándole seguridades acercxa del futuro de su hijo. Ishamel creció en el desierto de Parán, donde se casó con una mujer egipcia.
Abraham fue un verdadero sercidor de Hashem. En el curso de su vida, d-s lo había sometido a nueve pruebas defíciles para comprobar su lealtad. Abraham siempre había pasado con éxito esas pruebas; su sincera fidelidad y devoción a D-s le había permitido sortear todas las trampas puestas en su camino. Empero, la prueba número diez había sido la más difícil de todas. hashem ordenó a Abraham que tomara su único hijo, al que amaba tanto, el hijo de su vejez, Itzjak y lo ofrendara en sacrificio en una de las montañas de Moriá.
Abraham no titubeó ni por un instante. A la mañana siguiente se levantó temprano, hizo los arreglos necesarios, tomó a su hijo y partió hacia el lugar que le sería revelado por D-s. Al tercer día llegó a la montaña señalada. Abraham construyó el mizbeaj (altar), dispuso la madera y ató las manos y los pies de Itzjak. Luego lo ubicó en el mizbéaj, sobre la madera, y alzó el cuchillo dispuesto a sacrificar a su hijo, cuando repentinamente se oyó la voz celestial de un malaj exclamar "¡Abraham, Abraham!", e indicarle que no tocara ni hiciera daño a Itzjak. Ahora era evidente , a todas luces, que Abraham era verdaderamente temeroso de D-s y no había necesidad de sacrificar a Itzjak. Abraham encontró un carnero cuyo cuernos se habían enredado entre los arbustos, y lo sacrificó en lugar de Itzjak Hashem le prometió que por zejut (mérito) de us gran acción El lo bendeciría, sus hijos serían numerosos y sus descendientes heredarían las ciudades de sus enemigos.


Vaierá «La voz que escuchó Abraham»
Rav Jaim Zukerwar

« En un mundo en el que el sacrificio humano sigue siendo parte de las «prácticas espirituales», es imperioso que todos los que se dicen hijos de Abraham escuchen la misma voz que él escuchó diciéndole: No extiendas tu mano contra el niño y no le hagas na
Cuando experimentamos plenitud no diferenciamos entre ésta y el deseo de recibirla, los percibimos como uno. En cambio, la falta de plenitud provoca inmediatamente que surja el deseo. Ambos aspectos tienen su origen en el Kadósh Barúj Hú, sólo que "allí" se encuentran en estado de unidad, más allá de la dualidad Creador-Creación, conocedor-conocido, masculino-femenino, etc. Previo a la Creación la plenitud llena al deseo lo cual impide la manifestación de la voluntad de recibir, de esa forma el alma no puede tomar conciencia de todo su potencial, ya que recibe pasivamente. El acto de la Creación genera que el deseo de recibir se vacíe de Su plenitud, y posteriormente, en forma gradual, la recupere a través de su propia voluntad. Este proceso es lo denominado libre albedrío, a través del cual el alma logra restaurar la conciencia de la unidad deseo-plenitud, tal como lo expresa el profeta "En ese día El y Su nombre serán Uno (Zejaria 14:9). La Creación es el desafío en recuperar el estado de Plenitud Infinita. La Torá nos hace tomar conciencia de la forma en que debemos asumirlo y concretizarlo, ya que nos enseña a discernir entre lo esencial y lo superfluo para que los esfuerzos humanos no se desvíen del objetivo por el cual la humanidad fue creada.Situaciones límiteCuando atravesamos una situación límite descubrimos "de repente" que poseemos un potencial desconocido que normalmente nunca hubiéramos activado, y que ocurren "milagros", revelamos fuerzas fuera de lo común. La Creación misma es una situación límite para el alma: el vacío de plenitud. La vida nos enfrenta permanentemente a desafíos que nos hacen crecer y tomar conciencia de nuestra esencia y potencial. Abraham Avinu enfrentó y superó diez desafíos, su vida tuvo un único objetivo revelar el potencial humano en pos de su esencia. Abraham Avinu, el primer hebreo, reveló para la humanidad como trascender la mecanicidad egoísta del deseo, enseñando a través de cada acto de su vida como alcanzar lo increado y eterno, el altruismo que unifica a todo y a todos.Orden y caos dos formas de percibir la realidadSin elección no hay desarrollo. La "tensión" generada por el propio esfuerzo en pos de la superación crea el "espacio" que posibilita el discernimiento que expande nuestra percepción de la realidad. Ese "espacio" es la conciencia que cada ser humano posee de la dimensión espiritual de la Creación. La Torá nos dice que Elokím puso a prueba a Abraham, "HaElokim nisa et Abraham (Bereshit-Génesis 22:1)". Elokím es uno de los diez nombres que la Torá utiliza para designar una de las formas en que la Energía Infinita es aprehendida por los seres humanos. El libre albedrío nos da la posibilidad de aprender, y siendo que el conflicto y la elección son necesarias en todo proceso educativo, podemos relacionarnos con Su energía, en este caso Elokim, como la generadora de multiplicidad y caos -En el principio creó Elokím los cielos y la tierra, y la tierra estaba caótica- o, como la generadora de un orden con un plan y un objetivo preciso -como el descrito a partir de Bereshit-Génesis 1:4-. Cuando un arquitecto construye un edificio lo primero que debe hacer es preparar el terreno perforando y cavando. Ante la percepción de una persona que desconoce ese propósito y la forma de implementarlo, esta etapa necesaria y preparatoria, será percibida como caótica. Esa persona pensará que los trabajadores están simplemente destruyendo el paisaje. La realidad del Kadósh Barúj Hú es la Plenitud Infinita, pero para que los creados puedan acceder a ella manifestó la Creación, a través de la cual el alma alcanza gradualmente Su realidad. Es similar al estudiante que avanza de grado en grado hasta alcanzar el conocimiento que sus maestros ya poseen. El ritmo y el modo en que se desarrolla este aprendizaje depende, en primer lugar, de la forma en que percibimos la realidad: 1. Justificando nuestros instintos, deseos y debilidades 2. Discerniendo en base a Principios Universales y objetivos la consecuencia de nuestros actos. El aspecto 1. limita la realidad al ego, imposibilitándonos expandir nuestra realidad más allá de lo inmediato. En cambio, el esfuerzo en prever la consecuencia de cada uno de nuestros actos en pro del bien colectivo, aspecto 2., nos des-cubre el orden a través del cual el mundo fue creado.La décima prueba de AbrahamEl episodio denominado erróneamente "el sacrificio de Itzják" Akedát Itzják- La ligadura de Izják es el décimo desafío que Abraham supera para conformar una nueva tendencia en la historia humana: el altruismo como forma de vida y medio para el desarrollo espiritual. Este proceso no se logra acumulando información o conocimiento, como lo hace un investigador científico, sino que Abraham supera en cada desafío otra índole del egoísmo humano alcanzando un estado de ser superior para transformarse así en un modelo para las futuras generaciones. Esta cadena continuará a través de su hijo Itzják, su nieto Iaacov, permaneciendo intacta y actual hasta el presente. Para comprender en profundidad los desafíos que atravesó Abraham y principalmente el décimo, Akedát Itzják, la Kabalá nos enseña que los Patriarcas así como los Profetas y los verdaderos Sabios de Israel reproducen en sus vidas, como el átomo al universo, el anhelo humano en pos de su armonía.Analogía espiritual Nos explica Rabí Moshé Jaím Luzzatto, conocido como el Ramajal, que lo primero que debemos saber es que tanto en la Creación del mundo como en su conducción el Kadósh Barúj Hú no manifiesta su Energía Infinita sino que actúa como los seres humanos, que hacen las cosas gradualmente. Si aplicase todo su poder no podríamos captar ninguna de sus acciones, mientras que el accionar gradual nos permite captarlas. Ello es a lo que se refiere el libro Etz Jaím al expresar que "El Infinito contrajo Su luz", o sea que no actuó con toda su potencialidad en la Creación sino en forma medida. La Energía Infinita puede revelarse de dos formas: manifestando todo su potencial o, gradualmente. El Kadósh Baúj Hú creó el mundo mediante la medida, entonces graduó su potencial infinito lo cual generó etapas y medidas con sus detalles que son lo que nosotros podemos comprender. En el lenguaje de la Kabalá, también denominada la Sabiduría de la Verdad, a Todo su Potencial lo denominamos Infinito-EinSof que es la Voluntad Superior. A las gradaciones las llamamos sefirót. EinSof contrajo Su Luz y así se revelaron las sefirót. La Sabiduría de la Kabalá se transmite en el lenguaje de las sefirót con sus respectivos niveles o gradaciones. Toda acción en el plano inferior tiene su raíz u origen en lo superior mediante la graduación sefirótica, por lo que cuando comprendemos cabalmente el desarrollo y concatenación de las sefirót podemos entender cuál es el origen de todas las creaturas y sus conductas. El Infinito-Ein Sof no lo podemos alcanzar directamente mediante el pensamiento ni la profecía. Pero, por medio de la gradación o sefirót podemos aprehenderlo con el entendimiento y la visión profética.Akedát Itzják- la Ligadura de ItzjákAsí como en los procesos de la naturaleza cuando des-cubrimos una ley accedemos a un código que nos permite definir y reproducir un fenómeno, así en los mundos espirituales rigen principios que generan causas y consecuencias que ordenan la realidad en forma precisa. El desafío de la Akedát Itzják- la Ligadura de Izják manifiesta en la realidad material sensorial lo que sucede en el ámbito de la realidad espiritual denominado Olám haAkudim-Mundo de las Ligaduras (uno de los mundos incluidos en Adám Kadmón). "Allí" las sefirót, o sea las gradaciones, se encuentran ligadas o relacionadas sin poder manifestar sus características específicas. Es un plano sutil "donde" la conciencia simple no puede acceder, sólo las almas que poseen una poderosa fuerza de voluntad, como Abraham Avinu, logran discernir "allí" los grados de la Luz Infinita. Abraham representa la sefirá Jésed, el arquetipo del altruismo, la bondad con sabiduría, la energía que sostiene a todos los procesos creativos tanto materiales como espirituales. Todo proceso creativo, toda iniciativa es generada por Jésed: una poderosa fuerza de voluntad en la entrega. Itzják, su hijo, representa a la sefirá Guevurá, el arquetipo de la voluntad de superación, el coraje que logra implementar el Jésed. En su origen, en los mundos espirituales, Itzják esta ligado a Abraham, como Guevurá-superación, coraje está ligado a Jésed-bondad, voluntad en la entrega. Al igual que sin padres no puede haber hijos sin Jésed no puede revelarse Guevurá, ese es el orden superior. Pero, en nuestra realidad, luego que Jésed y Guevurá atraviesan el estado de caos creativo -En el principio creó Elokím los cielos y la tierra, y la tierra estaba caótica- para manifestarse en la realidad material-sensorial, Jésed y Guevurá son percibidas desligadas del orden superior y por ende la valentía y el coraje en lugar de ser parte del desafío para alcanzar la forma superior: el altruismo, pueden ser utilizados para el egoísmo. En nuestra realidad Jésed y Guevurá se desligan de su estado arquetípico permitiéndonos captarlas como independientes sin ninguna relación esencial. Akedát Itzják-la Ligadura de Izják representa la acción que reintegra Guevurá-el coraje, la superación manifestada por Itzják al Jésed-la bondad superior expresada por Abraham, religando la percepción caótica y egoísta humana a la arquetípica divina.La misma voz que le habló a AbrahamEn un mundo en el que el sacrificio humano sigue siendo parte de las "prácticas espirituales", peor aun que en la época de Abraham e Itzják, hoy padres sacrifican orgullosos a sus hijos enviándolos al asesinato suicida, es imperioso que todos los que se dicen hijos de Abraham escuchen la misma voz que él escuchó diciéndole: Abraham, Abraham, y él respondió: héme aquí. Y Le dijo: No extiendas tu mano contra el niño y no le hagas nada… ya que a través tuyo y de tus descendientes la humanidad heredará el orden para alcanzar el objetivo para el cual los seres humanos fueron creados. Abraham e Itzják logran unificar bondad, sabiduría y coraje, instaurando así un modelo a seguir para las futuras generaciones en donde cada ser humano es valorizado como una pieza insustituible y sagrada para el logro de la armonía universal. Ellos nos enseñaron que la valentía consiste en el desafío de vivir una vida sabia y bondadosa amando al prójimo como a sí mismo, no sólo en teoría, sino a través de actos concretos: mitzvót. Y que los sacrificios que realizamos deben tener un único objetivo: lograr un mundo mejor como medio para alcanzar nuestra verdadera Esencia y Origen, pero valorizando lo sagrado que El nos dio como medio para alcanzarLo: la Vida. Lejaim!!!
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