LA FRASE DE LA SEMANA
“No soy digno de toda la misericordia... que Tu has hecho” (Bereshit 32:11).
En hebreo “no soy digno” también puede traducirse, “me he empequeñecido”. Iaakov nuestro Patriarca dijo: La gran misericordia que Di-s ha hecho para conmigo me ha causado sentirme más pequeño y humilde. La misericordia que Di-s muestra a la persona lo trae más cerca de Di-s, y cuanto más cercano uno está a Hashem, más humilde se vuelve. (Tania)
En hebreo “no soy digno” también puede traducirse, “me he empequeñecido”. Iaakov nuestro Patriarca dijo: La gran misericordia que Di-s ha hecho para conmigo me ha causado sentirme más pequeño y humilde. La misericordia que Di-s muestra a la persona lo trae más cerca de Di-s, y cuanto más cercano uno está a Hashem, más humilde se vuelve. (Tania)
Ya llega Januca y en el ser judío penetran las energías de Iluminación y Milagro emanadas desde la festividad. Al prender las 36 velas de Januca por un periodo de 8 días, en cada hogar judío experimentamos una sensación muy especial, el encendido de la luz y llama interior.
Podemos sentarnos horas a contemplar embelesados la llama de Januca.
Es luminosa, cálida, apacible, delicada pero sobre todo es espiritual, aunque no sepamos de qué modo lo es. Una gota amarilla de luz enlazada con rojo, un brillo blanco por los bordes, y un azul en su centro.
Pero en verdad, no vemos todos estos colores hasta tanto no nos ponemos a detallarlos: la llama en si es un todo perfecto integrado, que emana calma, tranquilidad y paz.
La llama esta conformada por un conjunto de fuerzas que empujan en direcciones opuestas así como el alma judía que es también una colisión de fuerzas divergentes y anhelos contrarios. “El alma del hombre es la vela de D-os” (Proverbios 20:2)”
Janucá es un proceso de transformación espiritual con el que, a través del encendido acumulativo de las velas, treinta y seis en total, se revela la luz de la creación. El Talmud explica que esa luz iluminó a Adam y Eva durante 36 horas: desde el viernes en la tarde hasta final del sábado, tiempo en el cual Adam pudo visualizar el mundo de un extremo a otro. Durante ese lapso, la luz primordial, es decir la sabiduría intrínseca del propósito de la creación y la verdad, estuvo a disposición del ser humano.
Sin embargo, esa luz fue escondida con el propósito de que fuera la propia Creación la que tuviera que develarla por medio de sus acciones, y a la vez se manifestara la superación de la oscuridad por el esfuerzo humano. Esa intensa luz se ocultó del universo para revelarse en un tiempo aún por venir.
Desde entonces añoramos esa luz, la buscamos y perseguimos a través de la plegaria, el estudio y la meditación. No obstante en nuestros momentos más oscuros podemos acceder a esa memoria nacida en esas treinta y seis horas en las que la humanidad como un todo, vivió imbuida de esa luz.
El Midrash se pregunta dónde se encuentra oculta esa luz y a la vez responde “en la Tora”. A través de su resplandor podemos experimentar la sabiduría, el propósito y el objetivo de la creación.
Durante los ochos días de Januca y con nuestra acción nuestro mundo dispone de la luminosidad de esa luz gloriosa.
Es luminosa, cálida, apacible, delicada pero sobre todo es espiritual, aunque no sepamos de qué modo lo es. Una gota amarilla de luz enlazada con rojo, un brillo blanco por los bordes, y un azul en su centro.
Pero en verdad, no vemos todos estos colores hasta tanto no nos ponemos a detallarlos: la llama en si es un todo perfecto integrado, que emana calma, tranquilidad y paz.
La llama esta conformada por un conjunto de fuerzas que empujan en direcciones opuestas así como el alma judía que es también una colisión de fuerzas divergentes y anhelos contrarios. “El alma del hombre es la vela de D-os” (Proverbios 20:2)”
Janucá es un proceso de transformación espiritual con el que, a través del encendido acumulativo de las velas, treinta y seis en total, se revela la luz de la creación. El Talmud explica que esa luz iluminó a Adam y Eva durante 36 horas: desde el viernes en la tarde hasta final del sábado, tiempo en el cual Adam pudo visualizar el mundo de un extremo a otro. Durante ese lapso, la luz primordial, es decir la sabiduría intrínseca del propósito de la creación y la verdad, estuvo a disposición del ser humano.
Sin embargo, esa luz fue escondida con el propósito de que fuera la propia Creación la que tuviera que develarla por medio de sus acciones, y a la vez se manifestara la superación de la oscuridad por el esfuerzo humano. Esa intensa luz se ocultó del universo para revelarse en un tiempo aún por venir.
Desde entonces añoramos esa luz, la buscamos y perseguimos a través de la plegaria, el estudio y la meditación. No obstante en nuestros momentos más oscuros podemos acceder a esa memoria nacida en esas treinta y seis horas en las que la humanidad como un todo, vivió imbuida de esa luz.
El Midrash se pregunta dónde se encuentra oculta esa luz y a la vez responde “en la Tora”. A través de su resplandor podemos experimentar la sabiduría, el propósito y el objetivo de la creación.
Durante los ochos días de Januca y con nuestra acción nuestro mundo dispone de la luminosidad de esa luz gloriosa.
Parashá VAISHLAJ
Resumen de la Parashá VAISHLAJ
(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)
En el viaje de regreso a su hogar, temiendo por la seguridad de su familia, Iaakov envió mensajeros al hermano con una propuesta conciliatoria, pero ellos volvieron con la noticia de que Eisav se estaba aproximando con cuatrocientos hombres armandos. Iaakov temía ahora que Eisav tratara de llevar a cabo su intención de matarlo (ver parashat Toldot). Preparándose para lo peor, dividió a la gente y sus bienes en dos campamentos. De esta forma, si un campamento era atacado, la gente del otro tendría oportunidad de escapar. Iaakov eligió ese momento de gran temor para rogarle a Hashem que lo salvara de las manos de su hermano. También envió a Eisav una cantidad de valiosos regalos, confiando en apaciguarlo.
Iaakov llevó a sus esposas e hijos y los ayudó a cruzar el vado de Iabok. Luego supervisó el paso de todas sus pertenencias. Cuando se disponía a cruzar aparecío un individuo que comenzó a luchar con él, y ambos estuvieron forcejeando hasta la madrugada. Este individuo, que según explican Jazal, era, efectivamente, el ángel que represtna a Eisav y sus descendientes en el cielo, no pudo vencer a Iaakov, pero consiguió herirlo en un muslo. Iaakov logró sujetarlo y rehusó liberarlo hasta que recibiera de él una bendición. Su deseo le fue concedido: el ángel lo bendijo y le aseguró que de allí en adelante sería conocido por el nombre de Israel. Este cojeaba al alejarse del lugar en que había tenido lugar la lucha. Es por esta razón que hasta hoy en día no comemos el guid hanashé (tendón del muslo) de ningún animal.
Cuando Iaakov vio a Eisav aproximarse junto con sus seguidores ubicó a cada hojo cerca de su respectiva madre. Primero fueron Bilha y Zilpa y sus hijos. Luego, Lea y sus niños y, finalmente, Rajel y Iosef. El propio Iaakov se acercó a Eisav al frente de su familia, inclinándose siete veces durante el camino. Fue entonces cuando courrió un milagro. Eisav, al contemplar toda la escena y ver a Iaakov haciendole reverencia, se sintío muy conmovido, corrió hacia su hermano y lo besó. Los dos comenzaron a llorar: la promesa de D-s sobre la seguridad durante el viaje de regreso se había cumplido.
Iaakov se seaparó del hermano y llegó a Shjem. Allí compró tierra, alzó su tienda y construyo un altar en agradecimiento al Señor.
El príncipe de Shejem secuestró a Dina y la obligó a vivir con él. Ninguno en Shjem protestó por esta conducta inhumana. Shimón y Leví fueron a la ciudad, rescataron a su hermana y luego castigaron al culpable, a todos los cómplices y a los que habiendo podido ayudar a Dina, no lo hicieron.
Por mandato de D-s, Iaakov regresó a Bet-El, donde construyó de nuevo un altar como expresión de gratitud al Señor, Quien se le apareció y le renovó Su promesa de darle la tierra a él y a sus descendientes. Iaakov vertió luego vino y aceite sobre el altar que había erigido en su viaje a la casa de Laván (ver parashat Vaietzé).
Cuando la familia hubo abandonado Bet-El y estuvo cerca de Bet-Léjem, murío Rajel al dar a luz a Biniamin. Fue sepultada allí y Iaakov erigió un monumento sobre su tumba. Finalmente, Iaakov llegó a Jevrón, donde se reunío con su padre. Itzjak murió a la edad de ciento ochenta años y fue sepultado por sus hijos Eisav y Iaakov.
Eisav se había convertido en un hombre muy rico y no había suficiente tierra en Canaán para sus rebaños y los de Iaakov. En consecuencia, Eisav se reasentó con su familia en el monte Seir, en Edom, una tierra que sus descendientes habitaron por muchos años.
Iaakov llevó a sus esposas e hijos y los ayudó a cruzar el vado de Iabok. Luego supervisó el paso de todas sus pertenencias. Cuando se disponía a cruzar aparecío un individuo que comenzó a luchar con él, y ambos estuvieron forcejeando hasta la madrugada. Este individuo, que según explican Jazal, era, efectivamente, el ángel que represtna a Eisav y sus descendientes en el cielo, no pudo vencer a Iaakov, pero consiguió herirlo en un muslo. Iaakov logró sujetarlo y rehusó liberarlo hasta que recibiera de él una bendición. Su deseo le fue concedido: el ángel lo bendijo y le aseguró que de allí en adelante sería conocido por el nombre de Israel. Este cojeaba al alejarse del lugar en que había tenido lugar la lucha. Es por esta razón que hasta hoy en día no comemos el guid hanashé (tendón del muslo) de ningún animal.
Cuando Iaakov vio a Eisav aproximarse junto con sus seguidores ubicó a cada hojo cerca de su respectiva madre. Primero fueron Bilha y Zilpa y sus hijos. Luego, Lea y sus niños y, finalmente, Rajel y Iosef. El propio Iaakov se acercó a Eisav al frente de su familia, inclinándose siete veces durante el camino. Fue entonces cuando courrió un milagro. Eisav, al contemplar toda la escena y ver a Iaakov haciendole reverencia, se sintío muy conmovido, corrió hacia su hermano y lo besó. Los dos comenzaron a llorar: la promesa de D-s sobre la seguridad durante el viaje de regreso se había cumplido.
Iaakov se seaparó del hermano y llegó a Shjem. Allí compró tierra, alzó su tienda y construyo un altar en agradecimiento al Señor.
El príncipe de Shejem secuestró a Dina y la obligó a vivir con él. Ninguno en Shjem protestó por esta conducta inhumana. Shimón y Leví fueron a la ciudad, rescataron a su hermana y luego castigaron al culpable, a todos los cómplices y a los que habiendo podido ayudar a Dina, no lo hicieron.
Por mandato de D-s, Iaakov regresó a Bet-El, donde construyó de nuevo un altar como expresión de gratitud al Señor, Quien se le apareció y le renovó Su promesa de darle la tierra a él y a sus descendientes. Iaakov vertió luego vino y aceite sobre el altar que había erigido en su viaje a la casa de Laván (ver parashat Vaietzé).
Cuando la familia hubo abandonado Bet-El y estuvo cerca de Bet-Léjem, murío Rajel al dar a luz a Biniamin. Fue sepultada allí y Iaakov erigió un monumento sobre su tumba. Finalmente, Iaakov llegó a Jevrón, donde se reunío con su padre. Itzjak murió a la edad de ciento ochenta años y fue sepultado por sus hijos Eisav y Iaakov.
Eisav se había convertido en un hombre muy rico y no había suficiente tierra en Canaán para sus rebaños y los de Iaakov. En consecuencia, Eisav se reasentó con su familia en el monte Seir, en Edom, una tierra que sus descendientes habitaron por muchos años.
Respuestas a las circunstancias
Autor: Pynchas Brener
La narrativa de la Torá describe la competencia entre los actores de la historia, especialmente dentro del seno de la familia. Ya en Bereshit, tropezamos con la rivalidad entre Kayin y Hével, rivalidad cuya esencia no está reseñada. De acuerdo al Midrash, ambos eran poseedores de tierras y ganado. Cada uno quería que el futuro Beit HaMikdash sea construido en su parcela y por ello se dio la contienda a muerte.
La competencia adquiere una modalidad diferente en el caso de Avraham y Lot, su sobrino. Esta vez, el problema tiene un carácter económico porque el abultado ganado de ambos con el requerimiento de un pasto suficiente, les impide permanecer juntos y deciden separarse. Lot opta por unos fértiles valles, no obstante que sus habitantes tienen una conducta inmoral. Allí estaban las ciudades de Sedom y Amorá.
Los hijos de Avraham tienen personalidades muy diferentes y no pueden convivir bajo el mismo techo. La esposa Sará asegura que su hijo Yitsjak no comparta el hogar con Yishmael, hijo de la concubina Hagar e insta que se le exile del hogar paternal.
En este mismo sentido encontramos que Yaacov y Esav tampoco pueden compartir el hogar paterno. Son dos individuos diferentes. Esav es el hombre del campo y Yaacov es un joven introvertido y estudioso. En este caso los personajes dejan de tener un carácter lineal y simple, se da comienzo a la complejidad.
Esav es un cazador, hombre del campo, sin embargo es muy respetuoso de los padres y permanece en el hogar paternal, mientras que Yaacov huye y se refugia en el hogar de su tío Laván. ¿Por qué tuvo que abandonar la tierra de Canaán? Porque Yaacov es un personaje que tiene que resolver conflictos internos. Utilizó el engaño para obtener la bendición paterna, hecho que produjo la ira de su hermano primogénito Esav quien, como venganza, expresó la intención de asesinarlo.
Con todo intento didáctico, la Torá relata que Yaacov fue el blanco del engaño también, pero a manos de su tío Laván, maestro del embuste de acuerdo a los jajamim. Aunque enamorado de Rajel, a través de una artimaña se encontró casado con la odiada Leá, la hermana de Rajel. Para un mayor énfasis didáctico, Leá da a luz a seis hijos, hecho muy apreciado e importante en una sociedad agrícola, mientras que la amada Rajel tiene dificultades para concebir.
Después de dos décadas de ausencia, Yaacov decide retornar a la tierra ancestral, pero sabe que tendrá que enfrentar primero la ira de su hermano Esav, no obstante el lapso transcurrido. En el encuentro filial, Esav da una muestra de hermandad, abraza a Yaacov y lo invita a compartir las bondades de la Tierra Prometida. Pero en un revivir del episodio entre Avraham y Lot, la abundancia del ganado y los bienes de ambos, impide que compartan la misma tierra. Yaacov le había brindado un sinnúmero de piezas de ganado a Esav, quien ahora necesita una expansión significativa de sus campos, donde otros rebaños no competirán por el mismo sustento.
En el desenlace de los episodios mencionados, sale a relucir una diferencia importante acerca de los valores de estos personajes. Kayin está dispuesto a solucionar el problema, incluso a través del asesinato de su hermano, porque piensa que por ser el primogénito debería tener la primera opción para la ubicación de la futura Casa de Dios en su territorio.
Yishmael se siente rechazado por Avraham y no intenta la reconciliación porque su orgullo ha sido vulnerado. Es un cazador y un hombre del campo, que sólo retorna al hogar paternal después de la muerte del patriarca para participar en su entierro.
Esav permanece al lado de sus padres, especialmente durante el largo período de ausencia de su hermano mellizo Yaacov. Pero por motivos netamente materiales abandona la Tierra Prometida y se radica en Seir, que es la tierra de Edom.
La continuidad del judaísmo no podía depender de personajes que en momentos críticos estuvieran dispuestos a tomar un rumbo diferente para responder a situaciones circunstanciales. Las enseñanzas de los patriarcas tenían que ser interiorizadas con profundidad para que sus descendientes no se desviaran del sendero trazado, incluso bajo las circunstancias más adversas. Tal vez, ese es el mensaje que los jajamim desean destacar en su interpretación del versículo: Im Laván Garti, “residí con Laván”. Señalan que la palabra “Garti” es equivalente al vocablo “Taryag”. Son las mismas letras hebreas, pero en un orden diferente. La moraleja es que incluso en el hogar de Laván, Yaacov no olvidó las “Taryag Mitsvot”, su comportamiento fue acorde a las enseñanzas de Yitsjak.
La competencia adquiere una modalidad diferente en el caso de Avraham y Lot, su sobrino. Esta vez, el problema tiene un carácter económico porque el abultado ganado de ambos con el requerimiento de un pasto suficiente, les impide permanecer juntos y deciden separarse. Lot opta por unos fértiles valles, no obstante que sus habitantes tienen una conducta inmoral. Allí estaban las ciudades de Sedom y Amorá.
Los hijos de Avraham tienen personalidades muy diferentes y no pueden convivir bajo el mismo techo. La esposa Sará asegura que su hijo Yitsjak no comparta el hogar con Yishmael, hijo de la concubina Hagar e insta que se le exile del hogar paternal.
En este mismo sentido encontramos que Yaacov y Esav tampoco pueden compartir el hogar paterno. Son dos individuos diferentes. Esav es el hombre del campo y Yaacov es un joven introvertido y estudioso. En este caso los personajes dejan de tener un carácter lineal y simple, se da comienzo a la complejidad.
Esav es un cazador, hombre del campo, sin embargo es muy respetuoso de los padres y permanece en el hogar paternal, mientras que Yaacov huye y se refugia en el hogar de su tío Laván. ¿Por qué tuvo que abandonar la tierra de Canaán? Porque Yaacov es un personaje que tiene que resolver conflictos internos. Utilizó el engaño para obtener la bendición paterna, hecho que produjo la ira de su hermano primogénito Esav quien, como venganza, expresó la intención de asesinarlo.
Con todo intento didáctico, la Torá relata que Yaacov fue el blanco del engaño también, pero a manos de su tío Laván, maestro del embuste de acuerdo a los jajamim. Aunque enamorado de Rajel, a través de una artimaña se encontró casado con la odiada Leá, la hermana de Rajel. Para un mayor énfasis didáctico, Leá da a luz a seis hijos, hecho muy apreciado e importante en una sociedad agrícola, mientras que la amada Rajel tiene dificultades para concebir.
Después de dos décadas de ausencia, Yaacov decide retornar a la tierra ancestral, pero sabe que tendrá que enfrentar primero la ira de su hermano Esav, no obstante el lapso transcurrido. En el encuentro filial, Esav da una muestra de hermandad, abraza a Yaacov y lo invita a compartir las bondades de la Tierra Prometida. Pero en un revivir del episodio entre Avraham y Lot, la abundancia del ganado y los bienes de ambos, impide que compartan la misma tierra. Yaacov le había brindado un sinnúmero de piezas de ganado a Esav, quien ahora necesita una expansión significativa de sus campos, donde otros rebaños no competirán por el mismo sustento.
En el desenlace de los episodios mencionados, sale a relucir una diferencia importante acerca de los valores de estos personajes. Kayin está dispuesto a solucionar el problema, incluso a través del asesinato de su hermano, porque piensa que por ser el primogénito debería tener la primera opción para la ubicación de la futura Casa de Dios en su territorio.
Yishmael se siente rechazado por Avraham y no intenta la reconciliación porque su orgullo ha sido vulnerado. Es un cazador y un hombre del campo, que sólo retorna al hogar paternal después de la muerte del patriarca para participar en su entierro.
Esav permanece al lado de sus padres, especialmente durante el largo período de ausencia de su hermano mellizo Yaacov. Pero por motivos netamente materiales abandona la Tierra Prometida y se radica en Seir, que es la tierra de Edom.
La continuidad del judaísmo no podía depender de personajes que en momentos críticos estuvieran dispuestos a tomar un rumbo diferente para responder a situaciones circunstanciales. Las enseñanzas de los patriarcas tenían que ser interiorizadas con profundidad para que sus descendientes no se desviaran del sendero trazado, incluso bajo las circunstancias más adversas. Tal vez, ese es el mensaje que los jajamim desean destacar en su interpretación del versículo: Im Laván Garti, “residí con Laván”. Señalan que la palabra “Garti” es equivalente al vocablo “Taryag”. Son las mismas letras hebreas, pero en un orden diferente. La moraleja es que incluso en el hogar de Laván, Yaacov no olvidó las “Taryag Mitsvot”, su comportamiento fue acorde a las enseñanzas de Yitsjak.
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